Un porcunero en USA
Aventuras y desventuras de un andaluz porcunero en los Estados Unidos de América ... ¡¡¡Frío me da !!! Porcuna, Jaén, Andalucía, Spain
martes, 23 de agosto de 2011
OREGON 2011
jueves, 24 de septiembre de 2009
Siuslaw National Forest. Lincoln City. Oregon
El día en que Anna cumplía sus 31 años, la familia Michelson decidió salir a pasear por los senderos de uno de los legendarios espacios naturales de EE.UU., es decir, el "Siuslaw National Forest", en su parte de Linconl City (Oregon).
La denominación de Parque Forestal de Siuslaw le viene dado por una de las tres tribus indígenas confederadas de los Coos, que habitaron el sudoeste de la costa pacífica, en Oregon.
El parque tiene 630.000 hectáreas, en concreto el de Linconl City tiene 172.000 ha. con las siguientes especies forestales, de las que son difíciles su traducción, aunque predomina el abeto, el pino y el cedro rojo:
Douglas-Fir | Sitka Spruce |
Western Hemlock | Red Alder |
Western Red Cedar | Big Leaf Maple |

Pues como os decía, aquí pasamos el día, en compañía de parte de la familia Michelson, caminando entre senderos. La mayoría del trayecto discurrió entre árboles reforestados a finales de los años 50, una vez que había sido deforestada a principios del siglo XX. De aquellos momentos quedan algunas de las huellas de la tala, como si de arqueología se tratase, pues hay muchos troncos por todos lados que no pudieron o no quisieron llevarse. También quedan algunos árboles de los viejos, que según un guardia forestal que nos cruzamos en el camino, tienen más de 300 años. La mayoría se encuentran en el río, y sirvieron en su día como apoyo para subir los troncos a la cima. También quizás, pretendieron salvar los márgenes del río, para evitar su erosión o vaya ustéd a saber.
En el discurrir de por los senderos, Stan, padre de Anna, nos dio toda una clase magistral de los tipos de árboles y madera que se puede obtener de ellos. De hecho él es constructor de casas de madera, un pequeño promotor, que se dedica a costruir y "restaurar" casas de este material. Fue sin duda, una grata experiencia para mí. Al margen de la madera, su nobleza, calidad y sensibilidad al tacto, también Mr. Michelson, nos habló de la fauna, la vegetación y la flora; que de una manera sostenible podía ser usada por la población (sobre todo la madera seca), previo pago de 6 dólares.
A mí particularmente me llamaron la atención las setas de la zona, que se contaban a cientos en estos bosques tan húmedos y donde apenas sí entra la luz del sol. Unos animalillos, similares a nuestros "cienpies", parecen que son los que equilibran a estos bosques, al reciclar gran candidad de elementos nocivos para la salud de la zona.
Caminado, caminando, llegamos al puente suspendido de "Drift creek falls" o arroyo que cae, y que le da nombre a esta parte del parque. El puente fue construido por el ingeniero Scott Paul, y en él hay una placa que lo recuerda. Este puente es espectacular. Para aquellos que tenga vértigo no es recomendable, pues entre él y el río, donde se divisa una hermosa cascada, puede haber unos 30 metros de altura.
Cruzado el puente, donde baby Jacob se lo pasaba en grande, llegamos al rio y a la cascada, que hacía las veces de arco iris, en juego con los rayos del sol.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
DE RUTA POR LA COSTA DEL PACÍFICO


DE SUR A NORTE POR LA COSTA DEL PACÍFICO DE LOS EE.UU.

Como si fuésemos uno de los personajes de Jack Keruac en su obra “En el camino”, Anna y yo decimos subir a Oregon, desde California, en coche de alquiler. Es decir, pensábamos cruzar dos de los tres estados que limitan con el Pacífico, si exceptuamos Washington, que ya nos lo “pateamos” en 2007.
Pues bien, lo primero que hicimos fue hacernos con el coche de alquiler en Poway (San Diego, California). Fuimos a la empresa Enterprise. El primer problema que nos pusieron era el del seguro del vehículo. No teníamos en EE.UU, por que había que pagarlo. De todas formas, el precio ha sido razonable, unos 500 $ por 20 días de trayecto con la condición de que lo devolviésemos a California. Un consejo si pensáis viajar por aquí: los precios son muy fluctuantes, y os aconsejo el regateo. Se ve que en tiempos de crisis las empresas se comen las unas a las otras.

Y así fue como comenzamos nuestra aventura por la Costa del Pacífico estadounidense. El coche de alquiler es de gama media, un turismo para entendernos, de la marca Hyundai surcoreana, automático, que me costó tiempo hacerme a él. Así, de este modo, salimos de Poway el jueves de la semana pasada a eso de las 12 de la mañana. Cogimos la carretera 15 para desviarnos poco después hacia la 76, ya que yo quería ver la misión de San Luis Rey. De ahí, por la autopista de la costa 5. Nuestra segunda parada, para almorzar, fue en la playa de Huntington, al sur del famoso Long Beach. Posteriormente continuamos hasta Los Ángeles, donde nos detuvimos por un rato en su famoso barrio de Venice, tomamos café, no sin antes pagar el parking.
Surfistas en Venice. Los Ángeles
De allí a Santa Mónica, donde nos pilló un atasco de “narices” en dirección a Hollywood, para coger finalmente la carretera número 101, hasta hacer una nueva parada, en el crepúsculo del día, en Cliff Sea, para estirar las piernas y ver a los últimos surfistas recoger sus tablas.

Ya de noche, nos dirigimos hacia Santa Bárbara, un pueblo que me impresionó, y en el que quisimos hacer noche, pero los hoteles eran demasiado caros, al ser una zona de mucho turismo. Así las cosas, bajamos unos kms hasta Carpintería, donde nos alojamos en un motel de esos que salen en todas las películas americanas, y donde siempre, o casi siempre, hay un asesinado o una estancia breve en una larga fuga de amigos o enemigos. Se trata del Motel 6, siempre al lado de la carretera para recoger a cualquiera. El precio, no estoy seguro, pero creo que fueron 52 $ americanos. Barato, si se tiene en cuenta el resto de la zona.

Al día siguiente desayunamos en Santa Bárbara, en el Roasting Company del mismo nombre de la ciudad. Después, tras una breve consulta a la prensa y a internet, nos dirigimos a la Misión de Santa Bárbara, la cual visitamos por más de tres horas. Pero esa es otra historia para otro día.

Tras comer en un mexicano (tacos y soda), nos dirigimos hacia el norte siguiendo la misma carretera, es decir, la 101. En Gaviota, en un área de descanso echamos una pequeña siesta de 15 minutos y cambiamos aguas. De allí nos dirigimos hacia el interior, dejando el Parque Nacional Forestal de Los Padres a la derecha, y deambulando entre mieses y viñedos, para llegar a San Luis Opispo, todo ello siguiendo el Camino Real, es decir, el que siguieron los misioneros españoles cuando fundaron sus 21 misiones en California. En San Luis tomamos café en Borders, que es una tienda de libros, música, películas y demás, a la misma vez que cafetería.

De San Luis a Salinas siguiendo un árido valle nutrido de cereales, viñedos y ranchos californianos. Aquí cenamos, en la ciudad natal del escritor John Earnest Steinbeck, y que describe mejor que yo California. Dormimos a los pocos kilómetros en otro Motel 6, en Gilroy, que según algunos es el mayor productor de ajos del mundo. Eso no lo sé, pero sí es cierto que olía a ajo por todo el camino. Cerca de 60 $ nos costó la noche en una habitación que apestaba a tabaco, pero que tenía cafetera (aunque el café era muy malo) y el suelo enmoquetado.

A la mañana siguiente, sin prisas, nos dirigimos por fin a San Francisco, ciudad entre las ciudades de los EE.UU. que hay que visitar antes de morir. Aquí pasamos casi dos días entre unas cosas y otras, pero las aventuras y desventuras las dejaremos para otro momento. Sigamos, pues, nuestra ruta hasta Oregon.

Después de nuestra estancia en San Francisco, y haber hecho noche en casa de un primo de Anna, Brian, cruzamos la bahía por el puente de Oakland dejando atrás unas inmejorables vistas de la ciudad, su centro financiero, la isla de Alcatráz y el puente en penumbras del Golden Gate, cogimos la carretera 80, que deja a un lado Berkeley, para subir hasta Vacaville.

De Vacaville cogimos la 505 para enlazar finalmente con la número 5, que ya no dejaríamos hasta llegar a Oregon. La primera parada seria la tuvimos en Corning, una pequeña ciudad en el valle del Río Sacramento. Se trata, al igual que el resto de estos pueblos de valle, de una ciudad eminentemente agrícola y ganadera. El parar aquí no fue baladí, sino porque vimos numerosos olivos. Así fue como nos detuvimos en una tienda relacionada con el aceite y sus derivados. Se llama Olive hut.com. Compramos algunas olivas envasadas y seguimos nuestra ruta por el valle.

De aquí llegamos a la ciudad media de Redding. Echamos gasolina e intentamos comer algo por la zona, pero ningún restaurante nos llamó la atención. Así fue como seguimos la ruta y almorzamos en el propio coche de las viandas que llevábamos. De pronto el paisaje cambió, y lo que eran fértiles campos de cultivo, se convirtió en bosque cerrado y en una orografía ondulante. Pasamos el lago Shasta, declarado parque nacional, con la mirada siempre presente del monte del mismo nombre, que nevado aún, se erguía como centinela de sus bosques.

Pasado el Monte Shasta, el abrupto terreno se convirtió de nuevo en llanura hasta llegar a Yreka, famoso poblado por sus buscadores de oro y sus aborígenes, los Siskiyou. De ahí, pasamos la “frontera” hacia Oregon entre Hil y Colestin, para hacer un descanso en Roguer River, tras haber pasado la importante ciudad de Medfort.

Entre frondosos bosques de pinos y abetos conducimos del tirón hasta Eugene, donde cenamos en un Taco Bell. De allí, tras 10 horas de viaje, llegamos a Salem, la capital de Oregon. En ese momento Anna cogió el coche. Eran las 11,30 de la noche aproximadamente. Yo dormí hasta Otis, pueblo de los padres de Anna. Llegamos a las 1,00 de la mañana del domingo.

Y así fue como recorrimos de sur a norte California y Oregon. En total, 1.279 millas y cerca de 20 horas conduciendo. El gasto de gasolina fue de 156,72 $.
Ah!!, se me olvidaba, que a nadie se le ocurra ir en EE.UU. a más de 110 km por hora. Los límites de velocidad son de 65 y 70 millas por hora, lo que equivale a 100 y 110 kilómetros por hora respectivamente. La policía se toma aquí su trabajo muy en serio.
lunes, 21 de septiembre de 2009
La foto de Rober Capa sobre nuestra guerra civil
Entrada de la galería
Las casualidades de la vida nos llevaron a una galería de fotografía en el Old Town de San Diego. La misma se dedica a vender copias de las fotografías originales proporcionadas por la famosa revista LIFE. El sistema de venta es el conocido como “master print dealer”, es decir, la obtención de beneficios directos por la venta.
Pues bien, como decía, la casualidad me llevó a toparme con una fotografía original de Robert Capa enviada desde España a LIFE (USA) durante la contienda civil. Aunque se encuentra un poco deteriorada, estas fotografías son casi imposibles de conseguir en nuestro país. En la foto se pueden ver a unos soldados republicanos en el frente (desconozco el lugar) en actitud de aproximarse al combate.
La foto se encuentra en venta por 9.000 $, pagaderos, si se prefiere, en 12 mensualidades. La encargada de la tienda me dijo que me la dejaba en la mitad en cómodos pagos durante un año.
Si alguien desea adquirirla, puedo proporcionarle la dirección de la la Galería de Arte.
martes, 15 de septiembre de 2009
TIJUANA (MÉXICO). "El Grito".
Aquél día me sentía como un niño al que le iban a hacer un regalo de cumpleaños. Tenía muchas ganas de cruzar la frontera a México, y no a cualquier parte del país, si no a Tijuana, ciudad tristemente célebre por sus noticias diarias en la prensa.
Curiosidades de la vida, tuve el don de la ubicuidad y de la nacionalidad, el día en que los mexicanos celebraban su día de la Independencia. Ellos celebraban la independencia de España, allá por el siglo XIX, y yo, como español, me sentía como “chivo expiatorio” al que iban a crucificar en cualquier momento de la festividad. Pero no, no fue eso lo que pasó, si no todo lo contrario, me sumé a la fiesta, e incluso me plasmaron los colores patrios en las mejillas.









OLD TOWN DE SAN DIEGO


Qué es el Old Town de San Diego?. Bueno, literalmente podríamos decir que es la “ciudad vieja” de San Diego, pero en realidad es un “parque temático”, “a community of history, heritage y culture”, como les gusta definirlos a ellos.
La ciudad vieja de San Diego, es una mezcla entre lo que queda de la antigua town de principios del siglo XIX y una reconstrucción total de aquello de lo que fue en tiempos de los últimos españoles y primeros mexicanos tras la independencia de la metrópolis.
Ahora mismo, en la actualidad, en los momentos en los que escribimos, es un parque de atracciones o de turismo, aunque a los “sandiegueños” les guste más definirlo como “Historic Park”, parque histórico.
Su origen se remonta a la presencia española a finales del siglo XVIII, aunque fue “descubierta” por el explorador Juan Rodríguez Cabrillo hacia 1542. Lógicamente estos lugares estaban anteriormente habitados por una tribu india conocida comos los Kumayaay, y que frecuentaban el río San Diego.
El primer establecimiento español hacia 1769 fue la misión católica y el presidio militar. Recordemos que en California, los misioneros españoles fundan fundan 21 misiones. Con la independencia mexicana de España allá por 1821, se establecen aquí varias familias hispano-mexicanas, como las de Carrillo, Ruiz, Ibánez, Serrano o Marron. Estas son las que construyen en adobe y madera la mayoría de las casa y ranchos abiertas todas a una gran plaza, conocida como Plaza de Armas. Destacan por su antigüedad la casa de Antonio Estudillo y su hermano Juan Bandini, que luego veremos con más detenimiento.

Los años posteriores son muy duros para los nuevos colonos. En 1861 tiene lugar un gran epidemia (smallpox), que diezma a la población y a los animales de los ranchos. Finalmente, aunque no todos los historiadores de aquí se ponen de acuerdo, tiene lugar un gran incendio, que deja en ruinas la Old Town de San Diego.
No será ya hasta la llegada del emprendedor Alonzo Horton, cuando éste decide cambiar la ubicación de la ciudad, para crear su New Town, más cerca del río y de la bahía de San Diego. El descubrimiento de oro, nuevos servicios, llegada masiva de colonos, muchos asiáticos y negros americanos, serán los factores claves para que San Diego se consolide como ciudad.
En 1907, el magnate John D. Spreckels “restaura” en la vieja ciudad la Casa de Estudillo, conviertiéndola en uno de los iconos de la Old Town, y rebautizándola con el nombre de Ramona, en honor a la obra romántica de Helen Hunt Jackson´s, “Ramona´s marriage place”. Los años 30 son de reconstrucción total, y se le da el nombre de “Spanish Village”.

Pues aquí fue donde pasamos más de cinco horas en una tarde apacible y soleada de septiembre, Anna, Barbara y yo.



